miércoles, 4 de mayo de 2011

¡AY NIÑO TERRIBLE!

Día Ciento Dieciseis. Dentro de unas horas tengo una exposición de Matemática sobre función inversa e inyectiva. Algunos ejercicios son demasiado complicados y necesito ya, relajarme. Como lo saben, la manera más efectiva que yo conozco para hacerlo, es escribiendo en mi página. No hay nada comparado a el derecho de la libertad de expresión y si algún día lo suprimen, no solo me sentiría devastada; sino que no tendría la intención de quedarme un día más a vivir en este país. (No votes por Ollanta)

Una vez enviada esta extraña y simple indirecta a mi público peruano, volvamos a lo nuestro. La política que quede de un lado, no tengo intención de abarcar este enmarañado mundo, no es lo mío, me resulta tedioso y aburrido. Así que volvamos a la Literatura, a sus maravillosas historias y a sus personajes.

Todavía no finalizo "Los amigos que perdí" de el periodista y novelista peruano Jaime Bayly. Y es que, como podrán haberse dado cuenta, estoy entregando toda mi concentración y tiempo a Ingeniería Industrial, que si me dejan afirmar, es una carrera que por su amplitud y complejidad, resulta muy difícil de internalizar a veces. Pero nada es imposible, y a la par con mis estudios, mi régimen literario, relajación bien merecida con mis amigos y familia, siento que desde hace mucho tiempo, mi vida se encuentra mejor organizada que nunca.



Todo lo contrario a esta organización, es lo que Bayly tiene. Nunca imaginé que un hombre de su nivel intelectual o académico y que ahora estoy empezando a poner en tela de juicio, haya tenido tantas experiencias sexuales y relacionadas a la droga y el alcohol. Este hombre puede morir diciendo que ha experimentado todo. A veces, creo que expone mucho sobre su vida personal en sus historias y me sorprende que un ser humano sea tan íntimo con el lector, contándole detalles minuciosos sobre su propia vida y sus relaciones intrapersonales e interpersonales.

Esto es o verdadera pasión por el arte o simplemente mercadotecnia barata. Me arriesgo a elegir la segunda opción. Me arriesgo a decir que Jaime Bayly, (y me perdone por lo que escribiré), se puede comparar con una meretriz. Un hombre que es capaz de vender su alma a el diablo por conseguir dinero. En su libro, él afirma que prefiriría ser un payaso en televisión antes que ser pobre. Y a el decir esto, siento tanta pena, tanta lástima. Claro, él se baña en oro, pero no tiene algo fundamental que es privacidad o tranquilidad personal.

Jaime Bayly vendió su alma a el diablo.

Y eso, mis estimados amigos, es algo invaluable e irremplazable. Una vez que tu privacidad es alterada, el derecho a actuar sin ser juzgado, consecuentemente a actuar según tus principios, pensamientos o motivaciones, es inexistente. Te conviertes en una marioneta.Y, lamentamblemente, este niño terrible, es una marioneta sin privacidad alguna en nuestra decayente televisíon chollywedense. Que bien él solo se lo buscó, al vociferar a todo el mundo su vida íntima por ganar unos cuántos solsitos.

Lástima.

A 70 hojas de finalizar, ¡nos vemos cuando "Los amigos que perdí" sea concluído!

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